martes, 4 de junio de 2013

La sacralidad de los nombres y las etiquetas del Diablo

Falto de discernimiento hasta el hundimiento

La Sagrada Escritura no es optativa, es obligatoria, sobre todo para un obispo.

Y en el terreno de la Sagrada Escritura los nombres son fundamentales desde Génesis hasta el Apocalipsis, y para todos los re direccionamientos intermedios en los que Dios manifiesta su voluntad cambiando los nombres con la explícita intención de separar y reorientar a su pueblo. De esta manera, Dios marca a un pueblo como elegido suyo dándole a conocer su nombre "Yo Soy". El Que Es como fuente de toda existencia, y fuera de Quien nada puede existir. Antes de eso, Dios convoca a Adán a nombrar a todos los animales como señal del señorío del hombre sobre la Creación. Cambia el nombre de Abram por Abraham (padre de muchos pueblos) y el de Saraí a Sara para que fuera madre de Isaac, su predilecto. A Jacob le da el nombre de Israel; e igualmente, Jesucristo con la misma autoridad cambia el nombre de Simón por Pedro para fincar sobre roca su Iglesia. Y de la misma manera nos reserva un nombre definitivo, eterno, a cada uno en particular: "'El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al vencedor le daré del maná escondido y le daré una piedrecita blanca, y grabado en la piedrecita un nombre nuevo, el cual nadie conoce sino aquel que lo recibe.'" Siempre piedra. Jamás algo maleable como la plastilina o el hierro, o el más dúctil acero pues en ello está el peligro.

Etiquetar con falsedad es la forma más efectiva de engañar.
 Lo que es igualmente bíblico, y tan bíblico como insuperablemente grave. Después de todo, Eva no hizo otra cosa que re etiquetar a Dios y al Diablo con los calificativos de embustero que aplicó al Único Veraz; y de veraz con que premió al embustero por excelencia. Este fue en esencia el Pecado Original; la forma en que engañándose a sí misma y emboletando en su viaje a Adán nos dejó a sus descendientes como burros desorejados.

¿Qué tiene de increíble entonces que Bernard Fellay aparezca orondo al pie de dos cartelones que anuncian a Benedicto como papa? ¿Cómo papa???

Con los antecedentes señalados, increíble no; ¡pero insuperablemente grave sí!


Jesucristo Nuestro Señor califica el pecado de Adán y Eva como el pecado contra el Espíritu Santo; y la Iglesia lo ratifica señalando que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Repetir ese pecado re etiquetando al revés volteado no tiene ya perdón, ni en este mundo ni en la eternidad. Bautizarse por segunda no puede servir de nada.

Desfaciendo entuertos: los nombres autorizados.

Para ello el Evangelio nos da los nombres, únicos veraces, únicos oficiales para estos tiempos: "La abominación de la Desolación en el Lugar Santo" (Mateo 24:15) para El Concilio Vaticano II y los falsos papas que lo confirman. (Véase todo lo anterior en ambos idiomas).

Una primicia histórica entre dos farsantes


A tono con el Concilio: ¿Si no, no si? -  ¿Quién manda a quien?

Y todavía falta La Salette

La información complementaria la tenemos por la autoridad de la Madre de Dios en La Salette: "Roma apostatará de la fe y se convertirá en la Sede del Anticristo. La Iglesia quedará eclipsada."

Anticristo -y no papa-  es el otro nombre oficial.

La inerrancia de la Escritura no puede ponerse en duda. Y tampoco lo que concuerda plenamente con ella completando la información. Allí donde el Evangelio nos dice lo que va a ocurrir: la abominación desoladora entrando en el Lugar Santo; La Sma. Virgen nos dice por virtud de quien: la serie de "papas" del Anticristo por la duración del eclipse. ¿Y quién es el Anticristo? Esta palabra que aparece tan solo cuatro veces en toda la Biblia, y las cuatro en las epístolas de San Juan donde lo identifica de manera inconfundible:

¿Quién es el mentiroso, sino el que niega que Jesús es el Mesías (el Cristo)? Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. (I Juan 2:22)

Mesías en hebreo, Cristo en Griego, pero hay una sola profesión que existe para negarlo: el rabinato judío. Ese es el Anticristo profesional. Los antiguos fariseos dentro de la Iglesia para completar la obra de sus padres. Dos mil años no han saciado su sed de venganza. Tras crucificar a Cristo lo están haciendo con su Iglesia.

Y todavía falta el Apocalipsis: ¿Qué decir entonces del nombre oficial, bíblicamente correcto, para la Roma posconciliar y apóstata?

Como he venido demostrando, el Concilio tuvo siempre la meta de sustituir la Biblia con el Talmud de Babilonia del rabinato Anticristo. Meta oculta, pero finalmente inocultable. Por tanto es el Apocalipsis el que la describe con precisión lo inocultable del Talmud con su pederastia promovida y reglamentada, y su irrefrenable pansexualismo: "MISTERIO: BABILONIA LA GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE LA TIERRA. (Apoc 17:5)
 
Se trata, por tanto, del espíritu del Talmud que es la apoteosis de la lujuria, de la impureza, del vicio y de las bajezas como puede ser consultado en línea: Talmud de Babilonia lo que pocos quisieran creer, pero dada su publicación tendrán que aceptar, estando también anunciado por el Evangelio: "Por lo cual, todo lo que habéis dicho en la oscuridad se oirá a la luz, y lo que habéis susurrado en las habitaciones interiores, será proclamado desde las azoteas," (Lucas 12:3) 


Era de esperarse, como que se trata del libro contrapuesto en todo, pero sobre todo con su carnalidad lujuriosa al espíritu de pureza y castidad del Evangelio. Mientras que el espíritu cristiano a través de la historia se avocaba a procurar asemejarse a lo que el hombre tiene en común con los ángeles; los talmúdicos elegían asemejarse a las bestias del campo. Así el cuadragésimo tercer presidente de los EE.UU. se hizo notar exclamando. "¿Ser una bestia? ¡Por supuesto que soy una bestia! Y el automóvil presidencial se sigue llamando como el mismo George Bush le puso: "The Beast," La Bestia. Y todo siguiendo el ejemplo de un cierto padre Joseph Ratzinger cuyo grupo se afanara en sepultar la  perfección de la fe, la pureza de costumbres, y la castidad de las primeras cuatro constituciones presentadas al Concilio tituladas: "Fuentes de la Revelación", "Conservando en su pureza el depósito de la fe", "El Orden Moral Cristiano", "Castidad y Matrimonio", y "La familia y la Virginidad".  Desde los títulos mismos el choque con lo talmúdico era frontal y total. Que se hablara de papamóvil en vez de Bestia Primera se debió, muy probablemente, a que ir tan rápido era riesgoso. Lo dice la historia.

Esto ilustra de manera tanto plena como oficial el acuerdo de la Escritura con la realidad: "Y clamó con potente voz, diciendo: ¡Cayó, cayó la gran Babilonia! Se ha convertido en habitación de demonios, en guarida de todo espíritu inmundo y en guarida de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino de la pasión de su inmoralidad, y los reyes de la tierra han cometido actos inmorales con ella, y los mercaderes de la tierra se han enriquecido con la riqueza de su sensualidad. Y oí otra voz del cielo que decía: Salid de ella, pueblo mío, para que no participéis de sus pecados y para que no recibáis de sus plagas;" (Apoc 18:2-4)

Y si la biblia no ilustra al obispo, o si no la entiende. . . ¿Qué puede acreditar al obispo como obispo?